[03 EL DESPERTAR] Volver (Casper y Cole)

Fui volando como un cohete y bajé toda la costa este de América. Al llegar a New Marais descendí lentamente y aflojé mi velocidad. Llegué al distrito de Gas Works.

Mi parada había sido únicamente por volver al lugar donde acabó y empezó todo. Pero en lo más profundo de mi es que había detectado a un nuevo conductor. Uno de gran poder y potencial. Este tipo de conductores solían ser más dioses que hombres. La misma ecuación que se me aplicaba con fuerza en mi.

Al llegar busqué en Gas works, la señal era fuerte. Pronto vi a rebeldes.

Los rebeldes eran todo lo contrario que los milicianos. Me respetaron en cuanto los ayudé contra Bertrand y la Bestia antigua. En cuanto me vieron algunos se quedaron paralizados entre ellos estaba Sarah Laroche, la sobrina de Rosco, el antiguo jefe de los rebeldes, vino corriendo y me abrazó.

- Oh, Cole, estás vivo - Sollozó - Es un alivio que el mesías conductor esté aquí. ¿Por qué volviste a New Marais?
- En realidad estoy buscando a mi amigo Zeke, alguien lo secuestró mientras ayudaba a unos conductores en Empire. Sarah, he descubierto que tengo los poderes de la Bestia.
- ¿No nos destruirás no?
- No, esta vez no hay peligro. Ni plagas ni enfermedades. Sin la maldita esfera del rayo. Ni corrompidos.
- Sí, fiuuu, sin esos monstruos del pantano. ¿Entonces puedes activar a los conductores inactivos? Es una maravilla. Pero MacGrath, mucha gente se transforma al tener poderes. Quiero decir, no siempre hará lo que considera correcto...
- Lo sé, tendré que decirles que se unan a mi causa. - sonreí - Tarde o temprano tendré que reunirme con Kuo para hacer un grupo de conductores o algo así. Bueno Sarah, me voy yendo tengo que buscar a ese gran conductor que vive por aquí. Hasta luego
- Adiós hombre eléctrico - Me dio un beso

Me sonrojé y me fui volando.

OFF: Casper, cuando quieras chaval.

Había vuelto. No entendía por qué, pero mis informaciones me habían llevado hasta New Marais. ¿Por qué a casa? ¿Alguna treta oscura del destino, que no se contentaba con habernos separado a los tres hermanos?

De cualquier manera, no esperaba que me reconociesen. Deseaba que eso no ocurriese. Y esperaba que los cambios físicos (Leves pero cambios al fin y al cabo) sirviesen para algo. Me había teñido el pelo de rubio, había dejado de usar ropa cara y llamativa, como solía hacer antes, solo por molestar a mi padre, quien tenía muy en cuenta la ropa que llevábamos. Además, había empezado a hacer deporte de manera regular. Y a entrenarme en el manejo de armas.

Lo más curioso de esto último es que, al parecer, tenía cierto talento para algunas armas, cada una más sorprendente que la anterior. Había sido al principio con unas pistolas, normales, que solo habían despertado mi sorpresa por tener esa soltura con armas de fuego, que hasta entonces no había tocado. Pero después vinieron las espadas. Y las mazas. Y los tridentes.

Ya no sabía qué pensar. Sinceramente no me parecía normal semejantes habilidades para las armas así, de repente, y sin venir a cuento. Me preocupaba, aunque no quisiese admitirlo. Y no quería, desde luego. Habría llamado la atención. Y eso habría podido atraer a Jack hacia mí. Y, sinceramente, no quería ver a mi hermano. No me sentía preparado. Había pasado demasiado tiempo.

Con semejantes pensamientos paseaba por las calles, ya de un tono más oscuro, debido al atardecer, de New Marais. Había evitado voluntariamente la zona residencial y la empresarial, y me paseaba por las calles de tiendas, atestadas de gente. Parecía mentira que toda esta gente hubiese vivido una crisis como la que ocurrió y hubiesen recuperado sus vidas con tanta facilidad. Casi me daban envidia. Casi.

En un momento determinado, algo me sacó de mis pensamientos. Los gritos de júbilo de la gente a mi alrededor. Qué sumamente molesto. Por eso no me gustaban las grandes ciudades. Otro motivo para no haber vuelto.

Hastiado de la gente, alcé la mirada para comprobar el motivo de ese jolgorio. Esperaba que fuese un dirigible del gobierno con un patriótico mensaje, unos cazas de maniobras. Cualquier cosa menos lo que vi.

Estaba aquí. Eso significaba que la última esperanza de marcharme de la ciudad se había esfumado. Ahora cumpliría con mi objetivo y tomaría más datos. O al menos lo intentaría.

Me metí por varias calles secundarias, hasta alcanzar una de las zonas más exteriores de la ciudad. Esperaba que, al haber seguido más o menos su rastro aéreo, le encontrase. Pero no estaba muy seguro. Le había perdido de vista diez minutos antes.

Llegué a la catedral de St. Ignatius, el antiguo santo patrón de New Marais. Habían muchos turistas haciéndome fotos y gente de la zona que me reconoció enseguida y vino a mi. Todos parecían contentos pero yo tenía una misión, bueno dos. Encontrar al conductor inactivo y salvar a Zeke. Sabía que algunos contactos de New Marais me ayudarían a saber quién es ese K.D. de la nota. Mmmm... Esta vez lo noté más fuerte, estaba por ahí. Di un salto para mirar lejos de la multitud. No había nadie.

Aparté a la gente, alegando que tenía prisa, que volvería con ellos más tarde. Me metí rápidamente en los callejones que habían tras los casinos y los burdeles, buscando a esa presencia. Estaba cerca. Muy cerca. Soplé con fuerza, volando llamaba la atención... Iría a pie.

Doblé una esquina y finalmente me topé con él. Mis ojos empezaron a brillar rojos y vi su cuerpo en rayos-x, y el gen, el nervio en su columna, era el conductor. Me quedé petrificado... Este rol me quedaba muy grande, no me sentía muy humano con estos poderes, me sentía más alejado de las personas de mi alrededor, tenía que hacer lo imposible para no desmoronarme con ese sentimiento de distancia. Me mordí el labio, y activé mis poderes eléctricos casi por instinto, pero para que no lo tomara como un ataque, primero hablé.

- Oye, - le dije intentando transmitir tranquilidad - Sé que esto pilla por sorpresa y puedes decidir si aceptarlo o no. Eres un conductor, y uno muy fuerte. Tengo los poderes para activar tus poderes latentes. Solo si lo deseas. Me llamo Cole.

Nunca hubiese imaginado que, a pesar de llegar a pensar que le había perdido, me toparía con él así, de primeras. Como si solo fuésemos dos personas más. Pero ninguno de los dos éramos personas sin más. Él era el mesías de la ciudad, y yo era el hermano prófugo de uno de los empresarios con más influencias de toda la zona... O eso era lo que pensaba que me hacía especial.

No pude evitar analizarle según nos separamos. De cerca parecía... Cómo decirlo, como menos heroico. No tenía el porte de un héroe estereotipado, lo cual me agradaba. Tanto estereotipo por el mundo lo estaba consumiendo, y no me habría gustado que el gran héroe no fuese más que otro superhombre con exceso de ego.

Mis pensamientos dejaron de divagar cuando me fijé en sus movimientos. Primero, sus ojos se volvieron de color rojo, lo que me preocupó, aunque no tanto como el hecho de que se quedase mirándome con fijeza y que de repente apareciesen destellos y pequeños rayos en sus manos. No me pareció una buena señal, para nada. Y lo que dijo a continuación no hizo más que confirmar mis sospechas.

- ¿Conductor? ¿Fuerte? ¿De qué cojones me estás hablando? -pregunté, mordaz, mientras me alejaba un paso. Sin siquiera pensarlo, llevé una mano a mi espalda, donde, debajo de la camisa, tenía guardada una pequeña pistola, que siempre llevaba por emergencias. Y, sinceramente, la situación me parecía de emergencia. Sin embargo, no pude evitar pensar que quizás lo que decía era cierto. Eso podría explicar el por qué de mi soltura con las armas, por ejemplo. O el por qué me entusiasmaban tanto las estrellas últimamente.

La cosa no iba muy bien y el chico desconfiaba. Normal, te viene un desconocido y te dice que tienes poderes. ¿Cómo te comes eso? Dio un paso atrás y todo. y claro que mis ojos empezaran a brillar de color rojo también daba cosa. Deseaba y no sabía como activarlo pero el chico no entendía nada. Calmé mis instintos.

- De acuerdo, por favor no me temas. - No sabía que demonios hacía, tomé aire y se lo expliqué - Emm, no sé como te llamas chaval pero bueno... Tienes el gen conductor, lo noto dentro de ti. Pero parece ser que no te gustaría tener cambios en tu vida, me largaré y no te molestaré más.

Además tenía prisa. Uno de los rebeldes de ahí tenía información sobre ese K.D de la nota. Pero no me marché no aún. Dejé de chispear. Usé de nuevo mi radar. Buff... pocos conductores sin activar habían en New Marais, el más fuerte de ese lugar era ese chico pero no parecía muy contento con mi rápida explicación.

Esperé a que se decidiera.

Cole se calmó. Sus manos dejaron de chispear, pero sus ojos seguían de color rojo. Me daba mal rollo, pero tampoco tanto. Era lo bueno de ver películas de terror, que ya nada te marca igual.

- ¿El gen conductor? Quieres decir... ¿Cómo tú? Imagino, vaya.

Inconscientemente comenzaba a pensar en la idea. Poder... Para ser exactos, poder del que hablan los libros. Poder como el de Cole, para conseguir mi propio reconocimiento. Poder para desligarme de una vez y para siempre del legado de mi padre.

- Yo... Eh... Acepto tu oferta -sinceramente, creo que no pensé bien lo que dije- Total, si eres el mesías de la ciudad, será por algo, digo yo. Y no creo -o más bien espero- que no será por mentir.

Bajé la guardia. Me relajé. Me volví a acercar. Y quité la mano de mi pistola. Por último, le miré con firmeza a los ojos. Y esperé.

Aceptó. Lo cual me alegro enormemente. Todo sea por la evolución. Sabía que le dolería y se lo advertí.

- La activación puede durar entre 1 o 3 horas, en este período tendrás jaquecas y malestar general. Pero luego te sentirás mejor que nunca. Eso te lo aseguro.

Mi aura se volvió rojiza como mis ojos, me acerqué al chico y le di un toque con mis dedos índice y corazón en su frente, rápidamente emití un chispazo. Le dolió claro y se retiró un momento para intentar entender que es lo que pasaba.

- Es la primera vez que activo a un conductor conscientemente, así que no me mires así, que soy tan nuevo en esto como tú. - Le dije simpático.

Esperé a que hubiera algún cambio, alguna reacción.

Tras avisarme brevemente sobre el malestar que sentiría durante unas horas tras la activación, cosa que me parecía mínima en comparación con lo que supuestamente obtendría, procedió al proceso en sí. Un proceso muy breve y muy claro. Envolviéndose en un aura del mismo color carmesí que sus ojos habían adquirido minutos atrás, se acercó a mí. Inconscientemente eché un pie atrás, pero, al recordar lo que estaba haciendo y por qué, me mantuve en mi sitio. Aunque su aspecto era cuanto menos amenazador, tampoco creía que fuese para tanto.

Se acercó a mí y me tocó en la frente con sus dedos índice y corazón. Sentí un breve chispazo que me sacudió ligeramente la cabeza, y luego...

Nada.

Me extrañé. Según lo que había dicho, no sentir nada no me parecía muy normal. Pero claro, estaba ante el mesías de la ciudad. Le había visto volar por sí mismo. Acababa de utilizar electricidad sin estar siquiera cerca de una toma de corriente. ¿Acaso tenía yo capacidad para comprender lo que era normal y lo que no?

Mi gesto cambió cuando noté en su expresión. Su entrecejo estaba arrugado, como si la situación le descolocase ligeramente. A pesar de haber dicho que era nuevo en esto, parecía que el hecho de que no ocurriese nada le parecía extraño.

- ¿Ves? No pasa n-

Un pinchazo agudo en el pecho me dejó sin respiración, cortándome en mitad de la frase. No pude articular palabras, y boqueé en un intento de conseguir aire. Lo conseguí, pero el dolor no terminó ahí. De repente, una fuerte quemazón comenzó a extenderse por todo mi cuerpo, sin causa exterior aparente. ¿Qué diablos estaba pasando?

Caí al suelo, sin fuerzas, y me apoyé como pude en mis brazos, quedando doblado por las rodillas. Le miré, suplicante, pero no pude evitar un grito cuando una segunda quemazón me consumió por completo. ¿Por qué este dolor? No era lo que él me había explicado. Ni de lejos se acercaba a sus palabras. Pero eso no me importaba. Solo quería que parase.

Él se arrodilló cerca de mí, y me dijo algo que no oí, tan concentrado que estaba en mi dolor. Y entonces... Todo terminó tan rápido como había comenzado. De repente, me noté normal, aunque algo cansado. Y con un conocimiento nuevo de mí mismo. En el último, lo había visto. Doce sombras. Doce seres distintos que me habían hablado. Se habían presentado como los Doce Signos del Sagitario. Me habían llamado "portador", y me habían ofrecido sus poderes a cambio de mi cuerpo físico. Y yo había accedido. Sin pensarlo. Simplemente lo habia visto como algo obvio. Y había dicho que sí.

- Yo... No lo entiendo. No me siento distinto físicamente. Pero me siento más fuerte, psicológicamente hablando -dije, mientras me erguía, apoyado en él- Y ellos... Me han hablado.

Paseé mi mirada por la calle, repentinamente preocupado porque alguien hubiese podido vernos y hubiese grabado toda mi locura momentánea. Pero, gracias al cielo, no había nadie más que nosotros.

- ¿Se siente uno así normalmente? Quiero decir, ahora me siento capaz de cualquier cosa. O de casi cualquier cosa, vaya.

Pues si que le dolió y bastante, pero fue muy rápido, no como yo que estuve un día convaleciente. Y luego me preguntó si me sentía así.

- Bueno entre tu y yo, yo soñé con postes y redes eléctricas así que creo que es normal que hayan cosas que te hablen... - añadí un poco incrédulo. - Emm, yo no me sentía muy fuerte el primer día pero supongo que es cada uno, como los efectos, no creo que te haya tocado electricidad como a mí - Me reí.

Miré a ver si se encontraba bien yo me quedé inconsciente cuando me estalló la bomba en la cara. De pronto me llaman al móvil era Sarah.

- ¿Cole?
- Dime
- Sabemos ya quien es ese KD de esa nota. Se trata de Kurt Darkholme el jefe de la corporación Darkcorp. Su sede está en Europa, Italia para ser más exactos. Si tienes que ir para allá ves rápido. Temo por Zeke.
- Ok

Colgué, estaba algo abatido, tenía que ir solo, sino podría ocurrirle algo a Zeke. Pero en parte era una trampa, solo había sido cuestión de tiempo y ya era un dios, como muchos de los conductores que han resucitado. Se lo podía pedir al chico, le podría pedir ayuda, pero no sabía como. Finalmente dejé de brillar y estuve algo metibundo hasta que al final se lo pedí.

- Necesito ayuda tron. Un colega mío se encuentra en un problema. No me gustaría implicarte en ello y no te activé solo por eso sino porque me lo pediste. Pero me encuentro en un lio muy grande. Mucha gente sabe que soy una especie de mesías, santo o dios de conductores y por eso intentan utilizarme y han secuestrado a mi mejor amigo. Está en Italia. ¿Que dices?

Así que podía ser una reacción diferente por cada conductor. Eso me alivió ligeramente, ya que pensaba que, de ser todos iguales y yo diferente, ese dolor volvería a aparecer. Aunque no las tenías todas conmigo aún. No podía evitar pensar que todo seguía pareciendo muy extraño, muy chocante, muy nuevo.

Él, sin embargo, parecía algo más relajado. Reía y comentaba mi estado con naturalidad, por lo que yo también reí. Sin quererlo, estaba eufórico, exultante de energía, como si fuese una nueva persona. Al final sí que me iba a servir de algo el haberme cambiado el nombre. Además... Ace sonaba muy bien para un héroe. Aunque, y no sabía por qué, otro nombre me rondaba por la cabeza. Casper. Casper. Casper. Casper.

- Imagino que dependerá de la persona en cuestión y del poder de esa persona. Pero vamos, no soy el más indicado para suponer nada, ¿no crees?

Cuando iba a contestarme, sonó su móvil. Por la expresión que tomó tras oir lo que su interlocutor decía, pude notar que era un tema serio, más serio que cualquier cosa que hubiese podido ocurrir así, repentinamente. Mis sospechas se confirmaron cuando, tras colgar y dejar de emitir energía roja, me pidió ayuda para ir a salvar a su amigo. Entendía la situación, y ¿por qué no? Quería probar mis poderes. Además, ya no tenía nada que hacer en la ciudad, y salir pronto sería hasta conveniente.

- De acuerdo. ¿Por qué no? Tu amigo parece necesitar toda la ayuda posible, y yo quiero salir de esta ciudad y probarme a mí mismo.

El chico quería probarse pero que ya y me hizo recordar a mis primeros días de la activación. Fueron tiempos muy duros, mucho, tantos conductores perturbados o malogrados, cuantas muertes... No iba a permitir que una cosa así volviera a suceder ahora que se me había dado la oportunidad de volver a vivir y enmendar mis errores.

- Entonces vámonos ya.

Iba a prepararme para volar pero me detuve.

- Umm, tu sabes volar ¿no? Porque si tengo que llevarte en brazos me va a dar vergüenza. Además tenemos que cruzar el charco y otra cosa.

Saqué la nota de Kurt. Y se la enseñé.

- Me dijo que fuera solo, podrías esconderte mientras voy a ver que quiere y si tengo problemas te llamaré por móvil.

Cuando acabó de leerla, me la devolvió y me la volví a guardar.

- Antes de todo, como te llamas, no te llamaré chaval ni colega todo el rato.

Probablemente me sonrojé lo suficiente como para darle a entender que lo último que querría era estar agarrado a sus brazos cual Lois Lane ante Superman. No, ni hablar, por encima de mi frío y seco cadaver.

La verguenza pasó rápidamente, dando paso a un estado de concentración en el que repasé mentalmente lo poco que había oído al ser activado. Estaba seguro de que eran doce sombras, cada cual con un nombre y una habilidad diferentes. Y estaba seguro de uqe había visto una con alas. Tan seguro como que mi nombre actual era Ace.

- Sí... Creo que puedo volar. Todavía no estoy muy seguro, pero lo probaré ahora mismo.

Antes de siquiera volver a moverme, Cole sacó una nota de su bolsillo, y me la enseñó. Parecía la típica nota de la típica novela o película de secuestro. Si no fuese por lo poco normal que era todo en estos momentos, me habría reído. Pero esto era algo serio.

- Claro, me parece perfecto. Creo que seré capaz de esconderme durante un rato, aunque sea dentro de una nube -dije, sonriendo, a pesar de la gravedad de la situación- Mi nombre es Ace.

Preparado entonces para probar mis recién adquiridos poderes, cerré los ojos y me concentré. De entre los Doce, elegiría al alado, al arquero. Y debía concentrarme, recordar su nombre.

- Sagitario -murmuré inconscientemente. Lo que ocurrió después superó con creces todas mis expectativas.

Unas alas blancas y de enorme envergadura aparecieron en mi espalda, algo más bajas del comienzo del cuello. Un arco, de apariencia normal pero que yo notaba de gran poder se materializó en mi mano derecha, con un destello ámbar que duró apenas unos segundos. Mis ojos cambiaron a un color dorado, y un sentimiento de... ¿Nobleza? Me embargó. Ahora quería salvar a ese humano. Debía hacerlo. Era mi deber.

- Estoy listo -dije, con un tono de voz más seguro pero a la vez más suave. Mis ojos se posaron en el cielo, ansiosos como el resto de mi cuerpo de alcanzarlo, de volar...

Ace mostró unas grandes y majestuosas alas, me impresionó claro está. Me lo miré curioso. Me estiré mientras me acercaba a él.

- Espero no perderte mientras cruzamos el charco, alas de pollo - Me cargué de electricidad. - Hay mucha prisa, Ace.

Di un supersalto cargado y salí volando, seguido muy de cerca por Ace que daba indicios de felicidad y asombro y que no parecía que iba a quedarse atrás.